Ventanilla

Hay preguntas que requieren de mucho tiempo para pensar en su respuesta. Sobre todo, si una de ellas es la eterna pregunta de cómo te definirías. Necesitas tiempo de experimentar algo de dolor y júbilo a partes iguales para darte cuenta de lo bueno y de lo menos bueno, de quiénes son tus ángeles y demonios; de lo que hay al otro lado de la noche más oscura. Que necesitas que te duelan los talones de no saber caminar por avanzar siempre de puntillas, en lugar de apoyar el pie desde el talón en cada paso; de sentir el dolor de tener que estirar los tendones y generar músculo en los gemelos. Aunque duele más el no crecer todo lo que debieras hacerlo, y no hablo precisamente de la altura. Podrías ser la frase de pasión con cabeza, la de puntos extremos que se tocan, corazón de piedra relleno de algodón… Pero no. Esta clase de definiciones surgen cuando menos te lo esperas, como todo lo que realmente vale la pena. Y es que un día, una tarde soleada de una recién estrenada primavera,...